Baldovino Gómez Alba
Secretario Regional Ministerial de
Gobierno
Magallanes y Antártica Chilena
El
Senado acaba de aprobar el proyecto que termina con el sistema electoral
binominal.
Se
cumplió de esta manera con una antigua aspiración de los sectores que
preferimos una verdadera expresión democrática para nuestra sociedad.
Por
el contrario, aquellos sectores de derecha que quieren mantener sus privilegios
y una representación política inflada e irreal defendieron hasta último momento
el binominal.
Con
el sistema binominal heredado de la dictadura, la derecha se aseguró en los últimos
25 años una presencia permanente en el Congreso, aunque esto significara no
respetar la voluntad ciudadana.
En
efecto, con el binominal el resultado de las elecciones era previsible en la
mayoría de los casos: una competencia entre dos pactos, con un parlamentario
electo para cada uno, aun cuando los votos dijeran otra cosa.
Muchas
veces en este contexto el que salió tercero le ganó al que llegó segundo. Una
lógica electoral incomprensible y sólo explicada por el interés de la derecha
de mantenerse su poder e influencia.
Debemos
ser realistas y decir que el sistema binominal también favoreció a sectores de
centro izquierda, aunque en contadas ocasiones.
Pero
fue la Concertación primero y la Nueva Mayoría ahora las que efectivamente
lucharon desde siempre para poner fin a este sistema perverso y reemplazarlo
por uno de carácter proporcional.
Desde
la elección del 2017 regirá este nuevo mecanismo que distribuirá de mejor
manera los cargos a elegir, respetando la voluntad de la gente que acuda a
votar.
Seamos
claros, no existe un sistema electoral perfecto. Pero sin duda el sistema
binominal que ha determinado nuestra historia política en los últimos 25 años
está entre los más imperfectos.
Además
de reemplazar el binominal por un sistema proporcional hubo que aumentar la
cantidad de parlamentarios, con el objetivo de mejorar la representación de la
gente.
Quisiera
recordar que hasta 1973 en Chile elegíamos 150 diputados y 50 senadores y
éramos apenas 10 millones de habitantes. El aumento de parlamentarios para las
próximas elecciones busca solamente volver a una representación realista y
equilibrada.
Quiero
destacar por último la norma que establece que en este nuevo sistema electoral
ni hombres ni mujeres podrán superar el 60 por ciento de las candidaturas a
diputado o senador declaradas por los partidos políticos.
Es
una forma efectiva de incentivar a los partidos para que potencien los
liderazgos femeninos, porque cuando las mujeres asumen protagonismo en la
política las cosas andan mucho mejor.
No
da lo mismo quien gobierna. Este cambio significa más y mejor democracia.
En
el caso de Magallanes queda claro. Si en las últimas elecciones presidenciales
no hubiera ganado la Nueva Mayoría, no veríamos hoy todos los avances que en
diez meses hemos alcanzado, con obras relevantes en ejecución y respuestas
concretas a la ciudadanía.
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